No ha habido nunca un momento en que la humanidad no haya sentido temor ante el destino al que podría conducirla su talento para la innovación. En el siglo xix, Karl Marx señalaba con preocupación que “la maquinaria, sin embargo, no sólo opera como un competidor poderoso, irresistible, siempre dispuesto a convertir al asa- lariado en obrero “superfluo”. La misma se convierte en el arma más poderosa para reprimir las periódicas revueltas obreras…” En 1930, John Maynard Keynes advertía acerca del desempleo generalizado ocasionado por la tecnología. No obstante, la innovación ha transformado las condi- ciones de vida. La esperanza de vida ha aumentado, se brindan servicios de educación y atención básica de la salud de manera generalizada y los ingresos de la mayoría de las personas han aumentado.
La automatización está eliminando puestos de trabajo en el sector de manufactura. Los trabajadores que realizan tareas rutinarias que son “codificables” son los más vulnerables al reemplazo. Sin embargo, la tecnología brinda oportunidades para crear nuevos empleos, aumentar la productividad y prestar servicios públicos eficaces. A través de la innovación, la tecnología genera nuevos sectores y nuevas tareas.
El surgimiento de mercados basados en plataformas digitales permite que los efectos de la tecnología lleguen a un mayor número de personas más rápidamente que nunca. Las personas y las empresas solo necesitan una conexión de banda ancha para intercambiar bienes y servicios a través de plataformas digitales. Esta “escala sin masa” brinda oportunidades económicas a millones de personas que no viven en países industrializados, ni siquiera en áreas industriales.
Para poder sacar el máximo provecho de esta oportunidad económica en constante evolución, es prioritario invertir en capital humano. Tres tipos de habilidades son cada vez más importantes en los mercados laborales: las habilidades cognitivas avanzadas, como la capacidad para resolver problemas complejos; las habilidades socioconductuales, como el trabajo en equipo, y las combinaciones de habilidades que son factores predictores de adaptabilidad, como el razonamiento y la autoeficacia.
También se requieren inversiones en infraestructura. Las más evidentes son las inversiones en el acceso de bajo costo a Internet para los habitantes de países en desarrollo que aún no están conectados a la red. No menos importante es aumentar las inversiones en la infraestructura vial, portuaria y municipal de la que dependen las empresas, los Gobiernos y las personas para aprovechar todas las posibilidades que ofrecen las tecnologías.
Varios hechos estilizados han dominado el debate sobre la naturaleza cambiante del trabajo. No obstante, solo algunos de ellos son correctos en el contexto de las economías emergentes.
En primer lugar, la tecnología está borrando las fronteras de las empresas, como lo demuestra el surgimiento de mercados basados en plataformas digitales. Mediante el uso de tecnologías digitales, los empresarios están creando empresas basadas en plataformas digitales mundiales que difieren del proceso de producción tradicional, en el que se proporcionan insumos en un extremo y se entregan productos en el otro. A menudo, las empresas que operan sobre la base de plataformas digitales generan valor creando un efecto de red que conecta a los clientes, los productores y los proveedores y, al mismo tiempo, facilita las interacciones en un modelo multifacético.
En comparación con las empresas tradicionales, las plataformas digitales permiten aumentar la escala con más rapidez y a un costo menor.
Mientras tanto, está aumentando el número de empresas basadas en plataformas digitales en todos los países. A nivel mundial, sin embargo, los mercados virtuales integrados plantean nuevos desafíos en lo referente a las políticas en materia de privacidad, competencia y tributación.
En segundo lugar, la tecnología está redefiniendo las habilidades necesa- rias para el trabajo. La demanda de habilidades menos avanzadas que pueden ser reemplazadas por tecnología está disminuyendo. Al mismo tiempo, está aumentando la demanda de habilidades cognitivas avanzadas y habilidades socioconductuales, así como de combinaciones de habilidades asociadas con una mayor capacidad de adaptación.
En tercer lugar, la idea de que los robots puedan reemplazar a los tra- bajadores genera preocupación. Sin embargo, se exagera el grado en que la tecnología constituye una amenaza para el empleo, una lección que se ha constatado repetidamente a lo largo de la historia. Los datos sobre los empleos industriales a nivel mundial no justifican estas inquietudes. En las economías avanzadas se han eliminado puestos de trabajo industriales, pero el aumento del sector industrial en Asia oriental ha compensado con creces esta pérdida.
En cuarto lugar, la tecnología, en particular las redes sociales, incide en la percepción de que la desigualdad va en aumento en muchos países. Las personas han aspirado siempre a una mejor calidad de vida y a una mayor participación en el crecimiento económico que observan a su alrededor. La mayor exposición, a través de las redes sociales y otras comunicaciones digi- tales, a estilos de vida y oportunidades diferentes y, a menudo, divergentes no hace más que exacerbar esta sensación. Las condiciones son propicias para el crecimiento económico inclusivo y sostenible cuando las aspiraciones y las oportunidades coinciden.